Por B.Q. Álvaro J. Sanabria Quesada*
La industria de alimentos y las entidades reguladoras han desarrollado mecanismos para prevenir la contaminación accidental en los alimentos producto de errores o incidentes, que se generan por la naturaleza misma de los procesos de manufactura.
El problema al que se enfrentan hoy es que estos mecanismos utilizados para la prevención de peligros físicos, químicos y biológicos funcionan muy bien para controlar potenciales fallos o errores en los procesos productivos cuando la contaminación que ocurre es de tipo accidental o previsible, pero los mismos se vuelven inútiles cuando la contaminación se da por causas provocadas o motivaciones malintencionadas que han sido planificadas por terceros con motivaciones e intereses propios.
Bajo este escenario actual es donde surgen los temas de Defensa y Fraude Alimentario.
Defensa Alimentaria
Cuando hablamos de Defensa Alimentaria nos estamos refiriendo según PAS 96:2017 a “procedimientos adoptados para asegurar la seguridad de los alimentos y bebidas y su cadena de suministro de ataques maliciosos o ideológicamente motivados que conducen a la contaminación o interrupción del suministro”.
Son todos aquellos esfuerzos en materia de seguridad que se hacen a lo largo de toda la cadena de suministro para evitar la contaminación intencionada de los alimentos desde las primeras etapas de adquisición de materias primas e insumos hasta la distribución de los productos terminados que son adquiridos por todos nosotros.
Un ejemplo de un acto de sabotaje o de contaminación malintencionada, como también se le suele llamar a los eventos de defensa alimentaria, es el que ocurrió en una reconocida panadería británica en año 2005, en donde varios clientes encontraron fragmentos de vidrio y agujas de coser en el interior de las envolturas de panes, evidenciando la intención de dañar a los clientes y a la reputación del establecimiento.
Fraude Alimentario
Por otro lado, cuando se habla de Fraude Alimentario, la definición tomada del mismo documento PAS 96:2017: “actos deshonestos u omisiones, relacionadas con la producción o suministro de alimentos, los cuales tienen la intención de generar ganancias personales o causar pérdidas a otras partes.”
Como se lee de la definición, el fraude alimentario está basado en la capacidad de percibir ganancias económicas o generar pérdidas a otros haciendo uso de engaños, mentiras y adulteración de los productos para hacer creer al consumidor o al cliente que se está adquiriendo el mismo bien con las mismas características de calidad o inocuidad (especificaciones) que siempre se obtuvo.
Recordemos lo que hizo premeditadamente en 2008 la compañía china SanLu, que, en su afán de reducir costos en la formulación de leche en polvo para niños, adicionó intencionalmente una sustancia como la melamina, provocando la muerte de seis infantes, la afectación irreversible a nivel de riñones en otros miles de niños y la hospitalización general de un total de 54. 000 pequeños en este país asiático.
¿Quiénes pueden ser más propensos?
No existe una fórmula mágica que nos permita predecir qué tipos de empresas o actividades son más vulnerables o susceptibles de sufrir actos de sabotaje o fraude, ya que en teoría el riesgo es igual para cualquier compañía. Lo que si se ha identificado son condiciones que hacen creer que un acto de sabotaje o fraude podría ser potencialmente más factible en aquellas que tienen estas condiciones:
- Con productos que tienen un significado religioso, ideológico, ético o moral para algunas personas (productos de transnacionales)
- Productos que pueden ser ingredientes valiosos para un amplio uso (azúcar).
- Empresas con instalaciones físicas en localidades políticas o socialmente sensibles (países con baja seguridad jurídica, conflictos armados) También, con sistemas de control acceso y monitoreo débiles o ausentes, con materiales peligrosos almacenados en sitio de valor para grupos hostiles (disolventes, precursores, etc.) y con sistema de seguridad digital vulnerables al crimen cibernético (no protegidos, sin políticas de control informático y protección de la información digital)
¿Cómo evitarlo?
Lo primero que las organizaciones tienen que considerar es ejecutar evaluaciones de riesgos que les permitan identificar sus vulnerabilidades en temas de Defensa Alimentaria y de Fraude Alimentario, es importante saber en qué nivel de riesgo estamos ubicados para tener una claridad de la exposición a la que está expuesta la organización.
Para lograr esto existen metodologías disponibles de forma gratuita en Internet o de pago para desarrollar estos análisis, por ejemplo, la base de datos de la FDA-Food Safety Plan Builder (https://www.fda.gov/food/food-safety-modernization-act-fsma/food-safety-plan-builder) que permite evaluar vulnerabilidades en temas de defensa alimentaria o la metodología Carver Shock Plus (https://www.fda.gov/food/food-defense-programs/carver-shock-primer
*El autor es Gerente General InveQ Asesoría S.A. Correo electrónico: gerencia@inveqsa.com Página web: www.inveqsa.com Teléfono: (506) 8832-7688