«Estamos en una transición global donde la tecnología a menudo nos supera y arrolla», comentó la Dra. Marianella Herrera durante el XVIII Congreso Nacional de la Industria Alimentaria, organizado por la Cámara de la Industria Alimentaria (CACIA).
Ella, quien, entre otros, es investigadora en salud del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad de Venezuela, expuso sobre la “Industria de alimentos en el siglo XXI y su rol en la sociedad global en un escenario de policrisis”.
El mundo en policrisis lo definió como una situación en la que múltiples crisis de diferentes tipos ocurren simultáneamente y están interconectadas, amplificando sus efectos negativos. Estas crisis pueden incluir problemas económicos, políticos, sociales, ambientales, de salud y tecnológicos. La idea de una policrisis destaca la complejidad y la interdependencia de los desafíos globales contemporáneos, donde la solución de un problema puede complicar o agravar otros.
Herrera destacó la importancia de las políticas públicas basadas en evidencia, enfatizando la necesidad de preguntarse qué dice la evidencia sobre la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.
La experta hizo referencia a la experiencia de países como México, Chile y el Reino Unido en la implementación de octágonos negros en las etiquetas nutricionales.
Con respecto a los consumidores en general, mencionó que experimentan mucha confusión al leer la información nutricional, y que el sabor y el precio son los factores principales que influyen en su decisión de compra.
En sus reflexiones finales durante la exposición, destacaron los siguientes puntos clave:.
- Los problemas complejos requieren soluciones integrales que aborden la multidimensionalidad de los problemas.
- Las enfermedades crónicas relacionadas con la nutrición son influenciadas por diversos determinantes sociales y factores alimentarios y nutricionales.
- Las políticas regulatorias y de prohibición deben ir de la mano con iniciativas educativas e informativas que clarifiquen el panorama.
- Se necesita un abordaje enmarcado en derechos humanos a la salud y alimentación donde se entienda que no todas las personas están en el mismo lugar de partida respecto a la educación nutricional y al conocimiento de las diferentes dimensiones de la salud: social, alimentario, agua y saneamiento, calidad de vida, nivel educativo, edad, sexo y género.
- El etiquetado, los impuestos y otras restricciones aún tienen un camino por recorrer como estrategias fundamentales para mejorar la difusión de la información nutricional de los alimentos y como impulsores del cambio en los hábitos alimentarios.